Álvarez no habla por hablar. Los iniciadores de la tribu son primeros en entradas laboradas con 195.2 y su efectividad colectiva supera incluso a la de las Águilas del Zulia pese a jugar en un campo favorable a los bateadores. Los taponeros, en cambio, son los que menos carga de trabajo acumulan, excepción hecha de los de Bravos de Margarita (157.2 los anzoatiguenses y 155 los insulares).
Los bomberos de La Guaira, en contraste, se han mandado 193.2 actos. Los pitchers de Caribes son de los que menos boletos regalan (139, solo mejorados por Zulia y Margarita) y eso los ayuda a no cansarse. ¿Y cómo sobreviven al Alfonso Chico Carrasquel, donde la pelota corre? Sencillo. Evitan que los jonrones salgan con gente en base. Pese a que son líderes en cuadrangulares recibidos (36) dan pocos pasaportes y no aceptan muchos hits (329, la cuarta cifra más baja). “La clave es sencilla: poner la recta en strike”, acota Mike Álvarez. “Si tu pones la recta en strike”.
Caribes no ha ganado solo con pitcheo. Su defensa ha funcionado y su ofensiva es segunda en extrabases. Alexi Amarista ha hecho un considerable óbolo en ese departamento, con siete dobles, cuatro triples y seis jonrones.
Sí, el hombre saca la bola, pese a que ni se acerca al 1,70 de estatura. “José Altuve y yo estamos dando ejemplo. Le estamos diciendo a los jugadores pequeños que sigan adelante”, mencionó Amarista. “Estoy sorprendido, he hecho algunos ajustes con las manos que me ha recomendado Julio Franco. Pero yo lo que busco es batear por los pasillos”. Al infielder nada lo detiene: ni su estatura, ni la trágica pérdida de su padre, asesinado por el hampa. “El apoyo del público y mis compañeros me ayudan a olvidar eso”, afirma. “Sigo adelante para llegar a Grandes Ligas, porque eso era lo que mi papá quería”.

Alexi Amarista ha aportado seis jonrones para la causa de Caribes
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