El adolescente venía de una práctica de beisbol de los “Aliaditos de Turmero”, donde militaba en la categoría prejunior. Su mamá, que lo acompañaba, receló de aquel desconocido que la invitaba a ella y a su hijo a subir a un automóvil. “Les dije que yo preparaba peloteros, que no se preocuparan. Johermyn me dijo: ‘para eso tiene que hablar con mi papá’”.
Fue el padre de Johermyn quien lo alentó a empuñar bate y guante. Desde los cinco años le tiraba pelotas. “Cuando me le presenté al padre él comentó: ‘Estás a prueba. Tienes dos semanas para demostrarme que sabes de esto’. Pasado ese tiempo me anunció: “pasaste la prueba”. Y fue así como el hoy prospecto y miembro del roster de 40 de los Marineros de Seattle empezó a ir a la academia de de Barrios. Dos años después salió de ella como ficha de los Azulejos de Toronto. “Nunca se me olvidará el día de mi firma”, relata Chávez.
“Tenía 16 años, estudiaba bachillerato en parasistema y tenía prueba de lapso a las siete de la noche. Tuve que ir corriendo al centro Comercial Los Claveles, que queda en Cagua, firmé y luego salí corriendo para ponerme a estudiar para el examen. Llegué a tiempo para la evaluación y salí a las nueve de la noche. Llegué a la casa un rato después y todos estaban celebrando”.
Tenía el tipo Ciro Barrios cuenta que lo primero que le llamó la atención de Chávez cuando lo vio en la panadería fue que tenía brazos y piernas largos.
Era bajito. Aunque hoy mide 1,91 m, Johermyn no era particularmente alto a los 13 años. “Pero se veía que iba a crecer”, contó Ciro Barrios.
Toronto lo siguió Fue Rafael Moncada, scout de los Azulejos, quien le dio seguimiento a Chávez. Pensó que tenía el potencial para dar más de 20 HR en las mayores.

El toletero fue el criollo con más jonrones en las menores la campaña
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