Juan Pablo Camacho: reaparición por todo lo alto Llegó de la liga colombiana para convertirse en el Jugador de la Semana

CARACAS.- El nombre de Juan Pablo Camacho estaba sonando más fuera que dentro de nuestras fronteras en los últimos meses. El toletero, al verse sin trabajo en la liga venezolana, optó por llevar sus peroles hacia suelo colombiano, pero la suspensión de este torneo a causa de la lluvia forzó el regreso a su patria. En su retorno, consiguió refugio en la cueva de Caribes de Anzoátegui.

Camacho fue inscrito por los orientales para la serie de fin de semana ante los Cardenales y en cuatro encuentros, entre sábado y domingo, el nativo de San Carlos masacró a los brazos larenses, ganándose el puesto a punta de batazos.

En 13 turnos el infielder conectó nueve imparables (.692), tres de los cuales fueron cuadrangulares, remolcó nueve carreras, anotó en tres oportunidades y hasta se robó una almohadilla. Todo esta ebullición ofensiva fue la que le permitió llevarse el premio al Jugador de la Semana. “Estoy contento de volver a la liga”, comentó el nativo de San Carlos, quien acumuló 70 por ciento de los votos. “La liga en Colombia empezó el 22 de octubre y en los últimos días jugamos muchos doble juegos por el tema de las lluvias. Por eso no me pegaron los juegos de este fin de semana, ya venía acostumbrado. Afortunadamente, pude aprovechar la oportunidad”.

Nava hizo el puente
La inesperada llegada de Camacho a Puerto La Cruz tiene un gran culpable: Lipso Nava.

“Cuando la temporada en Colombia terminó, empecé a mandar correos a las diferentes ligas. Pero me vine al país y mi amigo Lipso, con quien yo compartí en las Águilas del Zulia, me ayudó a conseguir el contacto con Caribes. Él fue clave”.

A su llegada a la tribu, el jugador de 29 años de edad consiguió pocas caras conocidas. Solo los rostros de Eliézer Alfonzo y el trainer del equipo Wilmer Pirela le eran familiares; sin embargo, se está adaptando poco a poco a su nueva casa. “En la pelota todos somos una familia”, agregó. “El recibimiento fue acogedor, aunque eran muchas caras nuevas”.El toletero se bajó del avión repartiendo leña